Sustentabilidad en la práctica

Corriente del bien

Dehset Karinca und Elisabeth Galaktionow, beide Chemikanten, bei einer Sicherheitskontrolle in der Butadien-Anlage. Sie haben auf ihrem Weg feste Punkte, an denen sie Kontrollen durchführen. Im Werksteil Friesenheimer Insel des BASF Verbundstandorts Ludwigshafen ist die Butadien-Anlage eine zentrale Verbundanlage. Bis zu 105.000 Tonnen Butadien kann diese Anlage dem Verbund im Jahr zur Verfügung stellen. 

Dehset Karinca and Elisabeth Galaktionow conduct a security inspection in the butadiene plant. They follow a route with specified points where they carry out checks. In the Friesenheim Island section of BASF’s Verbund site in Ludwigshafen, the butadiene plant is a central Verbund plant. This facility can supply the Verbund with up to 105,000 metric tons of butadiene per year.

Ganas de aprender e intercambiar experiencias, encarar realidades diferentes y conocer otros puntos de vista. Realizar trabajo voluntario amplía horizontes y promueve beneficios para quien lo practica y para quien lo recibe, además de desarrollar competencias y promover la empatía. Por eso, forma parte de la estrategia de compromiso social de BASF estimular que sus colaboradores se involucren en acciones que beneficien a los ecosistemas en los que las unidades  se encuentran.

Este es el modo Y de BASF, que une productividad y sustentabilidad. Es así que creamos química para un futuro sustentable y contribuimos a un mundo que ofrezca mayor calidad de vida para todos.

En 2016, BASF relanzó su programa de voluntariado con un nuevo concepto. La empresa, que ya estimulaba el trabajo voluntario, pasó a alentar la creación de comisiones, que reciben fondos para realizar sus actividades de forma autónoma. Hasta septiembre de 2018, 17 grupos estaban activos en América del Sur, promoviendo acciones en Argentina (República, Tortuguitas y General Lagos), Brasil (Camaçari, Demarchi, Guaratinguetá, Indaiatuba, Jaboatão, Jacareí, Morumbi y Santo Antônio da Posse), Colombia (La Calera), Chile (Concon, Quinta Normal, Pudahuel) y Perú (Lima y Callao).

Sólo en 2018, los voluntarios realizaron 57 acciones con 38 diferentes entidades, beneficiando a cerca de 30 mil personas.


“Es gratificante tener contacto con niños poco acostumbrados a recibir actividades lúdicas en la escuela. También es una excelente oportunidad de compartir conocimiento", dice Luciana de Souza Martins Ferreira, gerente del laboratorio de control de calidad de BASF en Jacareí y Guaratinguetá, en el interior de São Paulo, Brasil. Con la ayuda de otros colaboradores, ella lleva a escuelas públicas de su región el proyecto Kids Lab. "Tenemos un kit con experimentos sencillos que logran presentar un poco de la química en el día a día para los niños. Ellos quedan impresionados al descubrir, por ejemplo, la cantidad de vitamina C en un jugo de naranja", completa Luciana.

En Chile, los colaboradores también participaron en acciones diversas, como una feria de ciencias y talleres en escuelas. “Estamos muy entusiasmados por poder mostrar un poco de nuestro trabajo a la población. Es motivador", cuenta Camila Soriano, consultora de excelencia operacional de BASF en Chile.

En Argentina y Perú, las acciones se enfocaron en instituciones que apoyan a ancianos, personas que viven en las calles, animales abandonados y niños con cáncer. En Bogotá, Colombia, 150 árboles fueron plantados en La Calera, resultado que neutralizó 40 toneladas de carbono generadas durante acciones de un congreso.

“El programa ayuda también a los colaboradores, que mejoran su desempeño y se sienten más comprometidos con la empresa", afirma Carlos Roberto Almeida, que lidera la comisión de voluntariado de Morumbi, en São Paulo, y lleva acciones dentro y fuera de las oficinas. En 2018, por ejemplo, colaboradores con cabellos largos pudieron cortárselos y donarlos a una institución que confecciona pelucas para mujeres que pasan por tratamiento contra el cáncer.

El programa de voluntariado forma parte de la estrategia de compromiso social de BASF, que prevé ampliar el impacto positivo de la empresa al conectar la resolución de desafíos sociales a la estrategia de negocio y ya impactó a más de 233 mil personas en 2016 y 2017.

La estrategia está basada en dos pilares: valor compartido – contribuir para el desarrollo socioambiental y, al mismo tiempo, realizar negocios rentables; y ciudadanía corporativa – participar en el desarrollo social de las comunidades en las que BASF está presente.