SCOTT, una herramienta para calcular la huella de carbono de los productos

SCOTT, una herramienta para calcular la huella de carbono de los productos

Desafío 

Calcular la huella de carbono de un portafolio de productos de forma estandarizada que permita la comparabilidad entre materiales similares. 

Introducción: El avance internacional hacia la descarbonización 

En un mundo que corre contrarreloj para descarbonizar la economía y contener el avance del cambio climático, medir y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) procedentes de las actividades directas de las empresas dista mucho de ser suficiente. En la mayoría de los sectores, es en la cadena de valor donde se producen la mayor parte de las emisiones, es decir, fuera del "muro" de fábricas, oficinas y otras empresas. Esto incluye las operaciones de los proveedores, incluidos los pequeños, y la forma en que los clientes utilizan el producto o servicio.  

Diagnosticar la huella de carbono de toda la cadena y tomar medidas para reducirla está a la orden del día. No sólo porque es lo correcto, sino porque el mundo avanza hacia la exigencia de que las empresas se responsabilicen de lo que ocurre en su cadena de valor.  

El Acuerdo de París y otras iniciativas internacionales han reforzado el compromiso de países y empresas de reducir sus emisiones para limitar el calentamiento global a entre 1,5 °C y 2 °C por encima de los niveles preindustriales hasta 2100. Además, muchos países están introduciendo normativas y estándares de sustentabilidad que exigen un enfoque más exhaustivo para medir las emisiones de carbono.  

La Unión Europea (UE), por ejemplo, ha establecido una serie de objetivos y compromisos de reducción de emisiones para sus Estados miembros. Uno de los objetivos es reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en al menos un 40% para 2030, en comparación con los niveles de 1990. Además, la UE se ha comprometido a alcanzar la neutralidad de carbono hasta 2050, lo que significa que las emisiones netas de GEI que no puedan eliminarse se compensarán, y podrán ser iguales o inferiores a las absorciones realizadas por los bosques y los océanos.  

Otro ejemplo significativo es la Directiva sobre Diligencia Debida en materia de Sustentabilidad de la Unión Europea (UE), propuesta en 2021. Pretende establecer un marco normativo que obligue a las empresas europeas a actuar con la diligencia debida en cuestiones medioambientales y sociales, incluidos los derechos humanos, el trabajo justo, la protección del medio ambiente y la lucha contra la corrupción en sus operaciones y cadenas de suministro mundiales. Esto incluye las emisiones de carbono de Alcance 3, lo que lo convierte en un componente fundamental para el cumplimiento de la normativa. 

En Canadá, más de 400 instituciones financieras están obligadas, a partir del ejercicio fiscal 2024 (los informes se publicarán en 2025), a incluir el Alcance 3 en sus resultados, prestando especial atención al análisis de riesgos y a la presentación de planes de mitigación y transición. La OSFI (Office of the Superintendent in Financial Institutions) tomó la determinación en marzo de 2023 y el periodo de transición finaliza en el año fiscal 2026 (los informes se publicarán en 2027). 

Además, los consumidores de todo el mundo tienen cada vez más en cuenta el impacto medioambiental de las marcas. La encuesta Future Consumer Index de Ernest&Young, realizada a 21.000 encuestados de 27 países, evidencia esta percepción. Entre los brasileños, por ejemplo, el 73% está profundamente preocupado por la fragilidad del planeta.  

En cuanto al consumo, el 46% está dispuesto a pagar más por productos fabricados de forma sustentable, el 66% toma decisiones de compra basadas en el impacto medioambiental de un producto o servicio, el 68% toma decisiones de compra basadas en el impacto ético de un producto o servicio y el 73% está cambiando a alternativas sustentables en los productos que compra. 

La falta de información, transparencia y estandarización también sigue siendo un desafío mencionado por los consumidores, que siguen sin ver el impacto de las decisiones que toman sobre el medio ambiente cuando compran un producto. Según los encuestados brasileños, el 71% necesita mejor información para tomar decisiones más sustentables, el 62% se siente confundido por las afirmaciones de sustentabilidad de las empresas, el 66% tiene dificultades para acceder a productos sustentables y el 69% no siempre confía en las afirmaciones de las empresas o marcas. 

De este modo, la huella de carbono de un producto se convierte en un factor importante para tener en cuenta por la industria. Además de las preocupaciones medioambientales y normativas, se ha convertido en una cuestión de mercado. Entender cómo las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) pasaron a primer plano en las mesas de debate de presidentes y CEOs es importante para comprender cómo el tema ha cobrado impulso en las últimas décadas. 

¿Por qué y cómo medir los gases de efecto invernadero? 

La preocupación por las emisiones de gases de efecto invernadero y su impacto en el clima mundial empezó a cobrar importancia en el debate mundial a partir de la década de 1980. Durante este periodo, se produjo un aumento de los conocimientos científicos sobre el cambio climático y el papel de los GEI en el calentamiento global.  

Un hito importante en este proceso fue la creación del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) en 1988 por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM). El IPCC es una organización internacional que sintetiza los conocimientos científicos sobre el cambio climático y sus repercusiones, proporcionando directrices a los responsables políticos de todo el mundo. 

Otro acontecimiento significativo fue la firma de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC) durante la Cumbre de la Tierra celebrada en Río de Janeiro en 1992. La UNFCCC es un tratado internacional que establece el marco general de la acción mundial contra el cambio climático, reconoce la importancia de las actividades humanas en la alteración del clima y esboza los principios fundamentales de la cooperación internacional en este ámbito. 

En 1997, con la firma del Protocolo de Kioto, comenzó una exigencia mundial de descarbonización y, desde entonces, los gases de efecto invernadero, el más común de los cuales es el dióxido de carbono (CO2), se han convertido en factores de análisis y monitoreamiento por parte de todos los países y sectores industriales. Con el tiempo, se ha convertido en un elemento de debate dentro de las empresas, orientando la estrategia de producción y los negocios. Por este motivo, su contabilización adquiere una gran importancia para las empresas.   

El desarrollo de un método de cálculo normalizado que pudiera ayudar a las empresas comenzó con los debates a finales de los años 90, con la creación del GHG Protocol.   

Se trata de una iniciativa desarrollada por el World Resources Institute (WRI) y el World Business Council for Sustainable Development (WBCSD) para estandarizar la contabilización y gestión de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) por parte de las organizaciones. 

El GHG Protocol proporciona un conjunto de directrices y metodologías reconocidas internacionalmente para calcular, notificar y gestionar las emisiones de GEI en diferentes sectores y actividades. Es ampliamente utilizado por empresas, gobiernos, instituciones financieras y organizaciones no gubernamentales de todo el mundo como herramienta para medir y mitigar el impacto medioambiental de las actividades humanas. 

Comprendiendo los alcances de aplicación  

El GHG Protocol divide las emisiones de GEIs en tres ámbitos principales: 

  • Alcance 1: Emisiones directas de fuentes que pertenecen o son controladas por la empresa. Algunos ejemplos podrían ser las emisiones de los vehículos de la propia flota, los procesos industriales (esto incluye calderas y hornos industriales, por ejemplo), los equipamientos propios, la combustión de combustibles, etc.; 

  • Alcance 2: Incluye las emisiones indirectas procedentes de la compra de energía eléctrica, vapor o energía térmica para uso propio de la empresa. De este modo, al comprar energía, la empresa asume una responsabilidad indirecta por las emisiones de gases de efecto invernadero de las instalaciones generadoras; 

  • Alcance 3: es una categoría de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que incluye todas las emisiones indirectas a lo largo de la cadena de valor de una organización que no están directamente bajo su control o que no son resultado de sus operaciones directas. Estas emisiones incluyen una variedad de actividades que tienen lugar tanto antes como después de las operaciones directas de la empresa, desde la adquisición de materias primas hasta el uso y la eliminación final de los productos por parte de los consumidores y los residuos industriales. 

El GHG Protocol también ofrece normas y directrices adaptadas a sectores específicos y programas especiales. Incluye directrices detalladas para sectores como la energía, el transporte, la agricultura, la silvicultura y la construcción, que pueden tener características y fuentes de emisión específicas.  

En el caso de las emisiones de Alcance 3, se dividen en dos categorías diferentes: Upstream y Downstream de la cadena de valor de la empresa. Las emisiones upstream del Alcance 3 son las que se producen antes de las operaciones directas de la empresa, es decir, a lo largo del proceso de producción y el suministro de insumos o materias primas. Estas emisiones están asociadas a lo que la empresa compra y adquiere para sus actividades, y pueden incluir: 

  • Bienes y servicios adquiridos: Emisiones relacionadas con la fabricación, el transporte y la entrega de materias primas, componentes y servicios adquiridos por la empresa; 

  • Activos fijos: Emisiones procedentes de la producción y el transporte de maquinaria, equipamientos y otras infraestructuras utilizadas por la empresa; 

  • Transporte y distribución (Upstream): Emisiones relacionadas con el transporte y distribución de insumos y materias primas desde la cadena de suministro hasta la empresa; 

  • Viajes de negocios: Emisiones asociadas a los viajes de negocios de los funcionarios de la empresa, como el transporte aéreo y terrestre; 

  • Desplazamientos de los funcionarios: Emisiones generadas por los desplazamientos diarios de los funcionarios al trabajo, como el uso del coche privado o del transporte público. 

Por su parte, las emisiones downstream de Alcance 3 son las que se producen después de las operaciones directas de la empresa y abarcan las actividades relacionadas con la distribución, el uso y la eliminación de productos y servicios. Estas emisiones están asociadas a lo que la empresa vende y entrega a clientes y consumidores después de la fase de producción. En este frente se puede incluir: 

  • Transporte y distribución (Downstream): Emisiones relacionadas con el transporte y la distribución de los productos de la empresa a los clientes o puntos de venta; 

  • Procesamiento de los productos vendidos: Emisiones asociadas a la transformación posterior de los productos por la cadena de valor downstream, como la industrialización o el montaje adicional; 

  • Uso de los productos vendidos: Emisiones generadas por el uso de productos por parte de los consumidores finales, como la electricidad consumida por los aparatos electrónicos o los combustibles utilizados por los vehículos; 

  • Fin de la vida útil de los productos vendidos: Emisiones asociadas a la eliminación y el tratamiento de los productos tras su uso por los consumidores, como el reciclado, el vertido o la incineración; 

  • Inversiones: Cuestiones relacionadas con las inversiones financieras de la empresa en otros negocios, como fondos de pensiones o activos financieros. 

El dilema del Alcance 3 para las empresas 

Según un estudio de la organización CDP, alrededor del 92% de todas las emisiones relacionadas con una empresa proceden de su cadena de valor (Alcance 3), es decir, fuera de sus operaciones directas. Por eso, legisladores, inversores, consumidores, ONG y otros stakeholders se preocupan cada vez más por exigir transparencia y responsabilidad medioambiental a las empresas. La presión para medir y reducir estas emisiones viene de todas direcciones, lo que refleja la creciente concienciación del público sobre los problemas climáticos. 

Sin embargo, la dificultad de obtener datos primarios fiables y coherentes de los proveedores hace que el cálculo de las emisiones de Alcance 3 no sea muy preciso y no refleje con exactitud la realidad del impacto climático de las organizaciones. Para ello, las empresas utilizan información de bases de datos internacionales que son genéricos y a menudo no tienen en cuenta las especificidades del lugar y el mercado en el que operan las empresas.  

La falta de transparencia en la cadena de suministro puede ser un obstáculo importante para medir las emisiones de Alcance 3, ya que no todas las empresas disponen de la estructura y los conocimientos necesarios para medir y notificar sus emisiones de gases de efecto invernadero. La exigencia de las empresas por una mayor transparencia sobre el impacto de las emisiones de carbono en los productos que compran a sus proveedores requiere un cambio de actitud y de visión empresarial.  

Para ello, las empresas deben preguntarse: ¿cuántas emisiones de gases de efecto invernadero están asociadas a un producto a lo largo de su ciclo de vida?  

Especialmente en los países que ya cuentan con una legislación avanzada en materia de sustentabilidad, es importante que las empresas sepan qué impacto de carbono ha generado cada materia prima que compran. 

Aquí es donde entra en juego el concepto de Huella de Carbono de Producto (PCF, del inglés Product Carbon Footprint). Es una medida que cuantifica la emisión total de gases de efecto invernadero (GEI) liberados a la atmósfera a lo largo del ciclo de vida de un producto. En otras palabras, el PCF contabiliza todas las huellas de carbono generadas desde la extracción de la materia prima hasta su fabricación, uso y descarte final del producto. 

Piense en el PCF como una etiqueta medioambiental integral. Imagine un simple par de jeans. Su PCF incluiría las emisiones de: 

Producción de materias primas: Emisiones asociadas al cultivo del algodón, incluidos los fertilizantes y el transporte. 

Fabricación: Transformación del algodón, tejido, costura, teñido (incluida la energía y el agua). 

Transporte y distribución: De la fábrica al centro de distribución y finalmente a la tienda. 

Uso: Lavado y secado durante toda la vida útil de la prenda. 

Fin de vida: Descarte en vertedero (emisiones de metano) o incineración (emisiones de CO2). 

Las metodologías de cálculo de la huella de carbono actualmente disponibles, como la ISO 14067 y el GHG Protocol Product Standard, son amplias y "no tienen en cuenta las especificidades de algunas industrias, como la química, lo que puede dar lugar a la adopción de diferentes hipótesis en el cálculo, dificultando la comparación de los datos de un mismo producto proporcionados por diferentes empresas", explica Rodolfo Viana, Gerente Senior de Sustentabilidad de BASF para América del Sur.   

A modo de ejemplo, en el caso de la industria química, las directrices vigentes no especifican en qué casos debe tenerse en cuenta el envase del producto en el cálculo de la huella de carbono del ingrediente (PCF), y corresponde a cada empresa decidir si considera o no este elemento durante los cálculos, lo que generaría datos desajustados en un escenario de comparación.  

Las metodologías de cálculo de la huella de carbono actualmente disponibles, como la ISO 14067 y el GHG Protocol Product Standard, son amplias y "no tienen en cuenta las especificidades de algunas industrias, como la química, lo que puede dar lugar a la adopción de diferentes hipótesis en el cálculo, dificultando la comparación de los datos de un mismo producto proporcionados por diferentes empresas", explica Rodolfo Viana, Gerente Senior de Sustentabilidad de BASF para América del Sur. 

Aumentar la transparencia y la precisión de los datos sobre la huella de carbono a nivel de producto es un elemento clave para impulsar la reducción de emisiones en una cadena de producción. La descarbonización es un reto global que requiere la coordinación entre países y sectores. La falta de estandarización en los supuestos a la hora de calcular las emisiones dificulta el desarrollo de estrategias coordinadas para reducirlas a gran escala. Disponer de una guía de cálculo uniforme y de una base de resultados común y comparable facilitaría la colaboración entre empresas, gobiernos y organizaciones internacionales para alcanzar los objetivos climáticos mundiales. 

¿Y BASF? 

Comprendiendo las complejidades de este escenario, BASF, junto con otras industrias químicas, lideró un movimiento sectorial que puso a disposición de todo el mercado una guía para el cálculo de la huella de carbono de los productos químicos, considerando todas las especificidades del sector, la Guía para el Cálculo de la Huella de Carbono de los Productos para la Industria Química de TfS (Together for Sustainability). El material, elaborado por especialistas de las empresas-miembro de TfS, ofrece un método estandarizado para calcular y comunicar las emisiones de GEI (gases de efecto invernadero) de la cuna a la tumba, es decir, desde la extracción de la materia prima hasta el momento en que sale de la fábrica, lista para su distribución. 

Y yendo un paso más allá, BASF ha desarrollado una herramienta digital pionera en el sector que permite calcular la huella de carbono de los productos a escala, una innovación que acaba de ponerse a disposición de todo el mercado y que puede contribuir a la estandarización y precisión de la contabilidad de carbono de las empresas. "Dado que las normas de cálculo existentes permiten diferentes decisiones de asignación de emisiones, BASF y las empresas-miembro de TfS han hecho un gran esfuerzo para definir criterios prescriptivos de forma que la Huella de Carbono de los Productos pueda calcularse de forma armonizada en toda la industria, permitiendo la comparabilidad entre productos similares", afirma Aline Mazetti, Consultora de Sustentabilidad Corporativa de BASF. 

Conociendo la herramienta de BASF para calcular la huella de carbono de un producto 

Para ayudar a los clientes a comprender mejor el impacto climático de los productos que compran, BASF desarrolló en 2020 su propia herramienta para calcular las emisiones de gases de efecto invernadero de los aproximadamente 45.000 productos que comercializa la empresa, denominada SCOTT - Strategic CO2 Transparency Tool. 

BASF fue pionera en calcular la huella de carbono a escala de forma digital y automatizada, generando datos para los 45.000 productos activos de su portafolio. Con estas cifras en la mano, las empresas que operan al final de la cadena de valor -más cerca del consumidor- pueden evaluar con mayor precisión sus emisiones de gases de efecto invernadero de Alcance 3 upstream, además de disponer de datos más precisos para calcular la huella de carbono de sus propios productos. 

Con ustedes, SCOTT 

BASF ha desarrollado la herramienta SCOTT basándose en la norma técnica de Evaluación del Ciclo de Vida y en los requisitos y directrices de las normas ISO 14067, ISO 14040, ISO 14044 y también en el GHG Protocol Product Standard, en línea con las mejores prácticas de contabilidad de carbono en el mercado. "Creemos que esta solución digital puede ayudar a las industrias a crear unas condiciones sin precedentes para la transparencia de los datos de Alcance 3, así como a hacer posible una competencia leal", afirma Aline.  

La mayor contribución es la complejidad y granularidad de los datos que ofrece la herramienta y, por consiguiente, su tratamiento. "Somos el principal proveedor de productos químicos para los distintos segmentos industriales relevantes del mundo, con un portafolio de más de 45.000 productos para distintos fines. Desarrollar una herramienta de cálculo que funcione para un portafolio tan extenso y que tenga en cuenta la complejidad de cada proceso químico es lo que nos hace creer que esta herramienta puede contribuir a las mediciones de carbono a escala global", explica la consultora. 

La herramienta sigue la lógica de otros softwares de gestión de datos, en los que éstos se almacenan y alimentan integrándolos con otros sistemas, como los de producción y gestión medioambiental de la empresa, lo que permite generar con precisión datos primarios sobre la huella de carbono de los productos fabricados, combinados con la importación de bancos de datos externos para tener en cuenta la huella de carbono comunicada por los proveedores de materias primas. 

En el diagrama anterior se puede entender visualmente la lógica de la herramienta: para cada producto fabricado, se muestra en el software su ciclo de vida upstream, con datos sobre la huella de carbono que se utiliza durante el proceso de producción. A partir de ahí, el fabricante puede visualizar qué materia prima emite más carbono en la composición del producto, según la anchura de la flecha. "Esto permite al usuario identificar qué elemento de la cadena tiene mayor impacto en el PCF del producto final, lo que le permite estimar en qué materias primas debe poner más esfuerzo para reducir las emisiones del producto fabricado", explica Aline. 

Para ofrecer a las empresas una solución pragmática, BASF decidió poner a disposición del mercado su método de cálculo automatizado del PCF a través de un ecosistema de asociaciones con empresas de software como Sphera, Atos y CarbonMinds. Esta solución ya puede ser comercializada por cualquier empresa que desee calcular la huella de carbono de su propio producto. 

Los datos PCF extraídos de SCOTT han sido certificados por TÜV Rheinland, agencia alemana de inspección técnica, y cumplen la metodología de Juntos por la Sostenibilidad. 

Modo Y 

El desarrollo de proyectos personalizados que beneficien al medio ambiente y, en consecuencia, apoyen y optimicen las iniciativas de los clientes retrata el Modo Y de BASF, que une productividad Y sostenibilidad. La solución digital de SCOTT permite a las empresas calcular con precisión las emisiones generadas por cada uno de sus productos y proporcionar estos datos a los clientes, dando mayor transparencia en términos de emisiones en la cadena de producción, beneficiando a la sociedad Y al medio ambiente con productos de calidad Y alta tecnología, asegurando la rentabilidad de los negocios Y la sustentabilidad. BASF siempre se preocupa por el desarrollo sustentable Y la conservación de los recursos naturales. 

En nuestro camino hacia la neutralidad climática, nos hemos fijado objetivos ambiciosos y nos esforzamos globalmente por conseguir emisiones Net Zero de CO2 para 2050. Además, queremos reducir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero en todo el mundo en un 25% para 2030 en comparación con 2018, y lograrlo mediante el crecimiento de nuestros negocios y la construcción de una gran planta de producción en el sur de China. 

Para 2030, también queremos reducir nuestras emisiones asociadas a las materias primas que adquirimos a nuestros proveedores. BASF pretende reducir sus emisiones específicas de Alcance 3.1 en un 15% respecto a 2022 en todo su portafolio. 

Los ODS que aborda el tema 

Las posibilidades de uso de SCOTT permiten alcanzar algunos de los Objetivos de Desarrollo Sustentable de la ONU (Organización de las Naciones Unidas). Entre ellos: 

ODS 9: Construir infraestructuras resistentes, promover la industrialización inclusiva y sustentable y fomentar la innovación 

La solución digital SCOTT es otra innovación desarrollada por BASF que contribuye al camino de la descarbonización de la industria. Con ella se puede fomentar la industrialización sustentable, aportando más transparencia en términos de emisiones a las cadenas de producción en favor de la sustentabilidad. 

ODS 12: Garantizar modalidades de consumo y producción sustentables  

Al estandarizar los criterios de cálculo, las empresas pueden ser más transparentes en sus obligaciones ante las autoridades y los consumidores, gracias a una metodología que proporciona datos precisos sobre los distintos alcances de las emisiones de carbono.  

ODS 13: Acción contra el cambio climático mundial 

La precisión de los datos proporcionados por SCOTT permite a las empresas del mismo sector, por ejemplo, comparar sus emisiones de carbono y evaluar si se están cumpliendo o no sus objetivos y compromisos para 2030 y 2050. Para los gobiernos, el uso de una herramienta automatizada capaz de calcular grandes cantidades de productos contribuye al desarrollo de políticas reguladoras más eficaces.